viernes, 20 de junio de 2014

1.

Sabes que me acordaba recién, le dije a Julia, mi viejo tenía una bata a cuadros, cuadros grandes -le mostré que tan grandes con una mano porque con la otra sostenía el volante- cuadros azules, grises y verdes. A mí me encantaba verlo con esa bata, y recién mientras te esperaba pasó un hombre vendiendo churros en bicicleta. Me acordé de una mañana, cuando éramos chicos, con mi hermana nos habíamos quedado a dormir en casa del viejo y pasó un vendedor de churros, a los gritos, ¿Viste que gritan?,chuuurros, churros. Todo esto que te estoy diciendo lo estoy completando porque lo único que me acuerdo es ver a mi viejo en la vereda con la bata a cuadros comprando churros para desayunar. Me acuerdo hasta la luz de esa mañana, que había algo de viento, debió ser en otoño. 
A Julia le pareció una linda historia, o una linda imagen. Estuvimos callados por un rato, después le dije que me había quedado pensando en cuáles serían las imágenes nuestras que les dejaríamos a nuestro hijo por venir.

jueves, 12 de junio de 2014

Bioy sobre Borges






...Cuando me llamó el día antes de que se supiera de su casamiento –yo tampoco lo sabía– le pregunté cómo estaba y él me respondió: “Muy embromado”. Le manifesté mi enorme deseo de verlo, a lo cual respondió: “No voy a volver nunca”. Se le quebró la voz y cortó la comunicación. Esa conversación fue, a todas luces, una despedida.

Con todos esos elementos, sin embargo, yo ponía la muerte de Borges en el futuro, es decir, en algo irreal para la vida cotidiana. Entonces ayer, después de almorzar, salí a caminar por este barrio para buscar en los quioscos un libro de Dune llamado Experimentos con el tiempo, libro muy importante en nuestras vidas ya que nos conmovió a ambos, nos hizo soñar, pensar, escribir. Un muchacho me habla para decirme que ese era un día muy especial. Lo repitió con insistencia, y entonces le pregunté por qué. “Porque hoy en Ginebra murió Borges”.
A pesar de haber estado esperándolo, sentí de pronto como si un biombo nos separara: no podía saber si Borges estaba aquí o estaba ya en la nada… (Bioy se emociona) Perdóneme. Él hubiera pensado que esto es ridículo. Soy emocionable pero no porque sea bueno, como suelen decirme; en los momentos de emoción uno se deja llevar por los nervios. Mi madre era totalmente contraria a este tipo de reacción grotesca. Una vez, había gente de visita en nuestra casa de campo y ella se había quemado horriblemente la mano. Nadie se dio cuenta porque ella pensaba que lo más importante en la vida era manejarse con lucidez, ser el capitán de uno mismo, una idea que Borges y yo compartíamos. Pero Borges también tenía esa afinidad conmigo: era un llorón de miércoles. Perdóneme, la gente se pone desagradable y grotesca cuando llora pero para mí es como si hubiera dos momentos, dos tiempos: hasta ayer y después de ayer… Cuando murió Byron, una muchacha dijo: “El mundo se ha oscurecido”. Algo similar puede decirse ahora con referencia a la muerte de Borges. Perdone, esto está mal, voy a intentar cambiar y corregirme cuando sea grande.

lunes, 9 de junio de 2014

EXPERIENCIA
Creo que aún no había cumplido ocho años aquel verano. Hacia el mediodía, bajé sola hasta el río. Normalmente solía haber en la orilla una cuba de madera llena de agua que las mujeres usaban para lavar la ropa y donde nosotros, los niños, guardábamos a veces alevines que pescábamos en el río. Los soltábamos enseguida, pues solo queríamos observarlos. Me quité los zapatos y caminé descalza por el río. El agua estaba clara y fría. Gordos alevines chocaban entre las piedras. Logré de inmediato capturar uno, corrí con él en la palma de la mano y lo eché en la cuba. En ese mismo momento descubrí que el agua estaba hirviendo, lista para la colada. La trucha emitió un grito desgarrado y quedó flotando, muerta, con el blanco vientre fuera del agua. ¿De qué sirven los hechos y la razón si la experiencia los contradice? Los peces no tienen voz, dices, los peces no emiten sonidos. Pero yo recordaré el grito espeluznante de la trucha toda mi vida.
De Vilborg Dagbjartsdóttir (Islandia)
(Traducción Francisco J. Uriz)

sábado, 25 de mayo de 2013

Diego.


Cuando nació mi hija lloró enseguida, sus pulmones se llenaron del aire de acá; su voz era potente, es potente, ella es potencia. Sigue expresándose para muchas cosas con el llanto, para todo lo que no puede decir pero quiere o siente. Me pregunto cuándo dejé de llorar yo, cuándo dejamos de llorar ¿A los cinco, a los siete? Tengo idea de que lloraba a una edad mayor que esa, a los diez o doce, pero que después sentía vergüenza, por haberlo soltado todo, por haberlo mostrado todo, por haberlo dicho todo.


jueves, 11 de abril de 2013

5.

¿Qué tengo que hacer? Vas y venis, diez veces, estilo crol. ¿Eso nada más? ¿Qué sentido tiene?. No te entiendo la pregunta, es ir acostumbrando el cuerpo al agua, los pulmones, los brazos, las piernas. Mientras me decía eso, de sólo pensarlo, ya me aburría. 
No vayas más sino queres, ¿Y qué voy a hacer entonces?. Pensar que te gustaría hacer ¿Y si no me gusta nada nunca más?. Mi madre detuvo el auto porque me largué a llorar. Más tarde, en el baño de la confiteria, me miré al espejo y me vi grande, tenía los ojos hinchados de llorar, me vi la cara alargada, la naríz distinta; después ya no, en casa ya no.











viernes, 24 de agosto de 2012

Jorge Luis Borges


" En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo. "