miércoles, 28 de octubre de 2009

Emilio



Lo finito - Invierno

Hace mucho frío en la calle, el invierno se adelantó, como si estuviera ansioso. Cada año Emilio lo espera, lo añora. Pero cuando llega, cuando los días son más cortos, cuando el frío acobarda y el gris se instala en la bóveda, se angustia. Le gusta el frío, le gusta la ropa de abrigo. Como si la escenografía y el vestuario acompañaran el costado gris de su interior, porción que conserva para contemplarla, como si la tuviese en una botella y cada tanto la dejara salir en pequeñas dosis. El problema es que la mayoría de las veces se le escapa más de la cuenta, pierde el control y la tristeza lo invade y ya no sabe cómo volver a estar bien.
Emilio entra en una librería, quiere conseguir un libro de fotos. Es el cumpleaños de un amigo y sabe que le va a gustar mucho. Faces & Building cree que se llamaba, no puede recordar dónde lo hojeó.
Saca del estante un libro de Matisse, es una edición que no había visto antes. En su interior ve una foto del artista con una paloma en la mano. El hombre tiene una expresión particular en la mirada, como si le estuviera pidiendo algo prestado al pájaro para luego llevarlo a la hoja.

Su primer gran viaje lo hizo en la adolescencia. Se la pasó de museo en museo. Una tarde, en el camino de vuelta al hostal, vio a una mujer paseando un perro mientras se deslizaba sobre patines. La mujer tenía un cuerpo de modelo europea. Emilio detuvo su paso para verla mejor. Aun puede sentir el ruido del cuerpo al romperse en el asfalto luego de ser embestida por un auto.
El cuerpo inerte de la modelo italiana y el llanto del perro, aterrado, temblando.
Es curioso cómo se imprimen las cosas en la memoria. Se descubre parado en la librería, con el libro de Matisse en su mano y la imagen de la joven en su retina.
-Hola-escucha una voz familiar detrás de él. Es Vivian.