viernes, 15 de octubre de 2010

R E V E R S E


Si a nosotros nos mostraran el ser de una sola vez, quedaríamos aniquilados, anulados, muertos. En cambio el tiempo es la dádiva de la eternidad.
La eternidad nos permite todas esas experiencias de un modo sucesivo.
J.L.B


EMILIO.

-Me acuerdo que apoyé la tiza en el pizarrón y el pulso me empezó a temblar, entonces me invadió un dolor tremendo en la espalda, todo empezó a darme vueltas y ahí no me acuerdo más. Me derrumbé. Los médicos miraban los estudios, y sin entender, igual decían que no era bueno. Claro que era extraño lo que veían, pero no por eso malo ¡Esa manga de infradotados! Lo único que quería era dejar ese sillón de ruedas. Nunca voy a olvidar la cara de tu abuela. Con lo miedosa que era, aseguraba que todo iba a estar bien cuando los médicos decían lo contrario. Ella que lloraba si teníamos fiebre o cualquier estupidez, y a esa misma mujer que ahora le hablaran de un tumor, de que su hija tenía un tumor en la médula y que lo menos grave que le podía pasar era que quedara paralítica. Creo que a partir de eso nunca más tuvo miedo, a nada. Raspó su corteza débil, debajo habitaba ese roble que conocieron ustedes. Y yo después de pasar por aquello conquisté a tu padre bailando ¿O no es así?

Emilio creció escuchando a su madre narrar una y otra vez esta historia.


Asi empieza la novela